Un puente a Peulla

Continuando con nuestra labor de promocionar a escritores menos conocidos, hoy os proponemos “Un puente a Peulla” la segunda novela escrita por el ovetense Eloy Gayan Rodríguez, escritor y profesor titular de Derecho internacional privado en la Universidad de A Coruña que también ha tenido tiempo para escribir varias monografías y artículos relacionados con los derechos de los extranjeros y con la protección de menores tratando siempre de inculcar a la juventud valores como la solidaridad y la tolerancia. No fue hasta 2017 cuando Eloy Gayan Rodríguez cuando halló en la escritura una válvula de escape de sus clases y escribió su primera novela “Las damas silenciosas” con la editorial Carena.

“Un puente a Peulla” es una novela eminentemente reflexiva narrada en primera persona a través su protagonista, un arquitecto de 32 años que vive en Sevilla. Estaréis pensando: ¿por qué no dicen el nombre del protagonista? Pues porque no lo sabemos. Nos ha resultado muy curioso y sorprendente leer una novela escrita en primera persona sin llegar a conocer el nombre del protagonista.

“Un puente a Peulla” comienza cuando nuestro protagonista recibe en su estudio de arquitectura de Sevilla una carta procedente de Chile firmada por Beltrán Torres, un peón de la construcción con quien entabló amistad cuando estuvo llevando a cabo un proyecto de rehabilitación en la popular Avenida de San Roque de Buenos Aires. A través de esta carta, su antiguo amigo Beltrán le pide ayuda: quiere que haga de “Celestina” y que, como arquitecto que es, construya un puente metafórico que le permita asentar las bases del amor que siente por Aylin, una joven camarera de habitación a la que Beltrán conoció durante la realización de unas reparaciones en un hotel de Peulla en el que trabajaba Aylin. Tras unas primeras dudas, nuestro narrador aprovecha sus vacaciones de verano para acudir en auxilio de su amigo y se embarca en un vuelo con destino a Chile para poder llegar a Peulla.

Peulla es un lugar idílico donde el tiempo, la vida ajetreada y el pensamiento se detienen. Peulla es un poblado minúsculo con apenas ciento cincuenta habitantes situado al sur de Chile al cual se llega mediante embarcación y que queda aislado por las montañas y el lago Todos los Santos que lo rodean. Es por ello que Beltrán piensa que su amigo arquitecto es la persona ideal para hacerse pasar por turista y pasar desapercibo a fin de llevar a cabo la difícil misión de mediar entre Aylin y Beltrán y encontrar entre ambos los puntos de unión que permitan afianzar su relación y derribar la barrera que entre ellos ha construido el misógino padre de Aylin, Pedro Barrientos, quien mantiene a su hija cautiva y encerrada en su propia casa como venganza por la vergüenza personal sufrida por el abandono de su mujer y un pecado cometido por un ancestro jesuita suyo.

Eloy Gayan Rodríguez aprovecha una relación amorosa, el mágico enclave de Peulla, las lecturas de Beltran y el pasado familiar de Aylin para dar visibilidad y poner en relieve la cultura mapuche, un pueblo resistente con un espacio con cultura y etnia propia, al que ni los colonizadores españoles lograron doblegar y que, desde entonces, vive alternando su tranquilidad con momentos convulsos.

Casi a ritmo de poesía podríamos decir que “Un puente a Peulla” es una novela embriagadora y cautivadora que rezuma dulzura y delicadeza de principio a fin. La calidez de las palabras y el ritmo que emplea Eloy Gayan Rodríguez hacen que la lectura de “Un puente a Peulla” se convierta un enorme placer y deleite para los sentidos del lector.

“Un puente a Peulla” es una novela que tocará la fibra de muchos lectores ya que está cargada de reflexiones sobre sobre el respeto por la naturaleza, sobre la libertad para amar, sobre la pérdida de la identidad familiar y el abandono de los seres queridos, sobre la lucha contra la opresión en las relaciones familiares, la incomprensión y la incomunicación, por lo que estamos seguros que “Un puente a Peulla” despertará en los lectores pensamientos un tanto olvidados y sepultados por la velocidad a que discurren sus vidas.